El Dr. Germán Errázuriz estudió medicina en la Universidad de Chile donde se recibió de Médico Cirujano. Luego hizo la especialidad de Pediatría en el Hospital de niños Luis Calvo Mackena, en Santiago, y la subespecialidad de Gastroenterología Infantil en la Universidad de J.W. Goethe, Frankfurt, Alemania. En esta misma Universidad hizo un doctorado obteniendo el título de “Doctor en Medicina” o PhD, gracias a su trabajo titulado «Enfermedad Celiaca y Alteraciones Neurológicas».
*Este artículo se desprende de un servicio de nuestro Core Facility prestado a la empresa Asinolat, dedicada a la producción de leche de burra.
La leche es un excelente alimento, y es parte de la dieta de occidente, África y parte de Asia desde hace 10.000 años. Es una excelente fuente de proteína y calcio, por tanto, un verdadero aporte en nuestra dieta.
Debe tenerse en cuenta que el período de lactancia natural del humano como especie son 3 a 4 años. Por motivos reproductivos este periodo fue acortado de manera de poder tener más hijos en un menor período de tiempo, considerando la alta mortalidad infantil que hubo desde los inicios de la especie humana hasta hace apenas 50 años atrás. Por este motivo las madres han necesitado un sustituto de su leche, por lo que la leche de vaca se impuso como la leche de consumo infantil, agregando que, en la edad adulta, continúa siendo un excelente alimento.
Pero la leche de vaca es sumamente distinta a la humana. Esta “diseñada” para un herbívoro de crecimiento rápido y con un sistema digestivo rumiante de 4 estómagos. Por este motivo su composición es muy distinta en comparación a la leche humana. Tiene 3,5 veces más proteína y una composición proteica muy distinta, además de grasas saturadas y menos lactosa, entre otras consideraciones.
Por este motivo debe darse después de los 12 meses de vida en un niño. Si se da antes de esa edad, debe ser modificada, entre otros aspectos disminuyendo la cantidad de proteínas totales, de manera de hacerla más similar a la leche humana. Es un buen alimento en etapas posteriores del desarrollo humano, pero no en las primeras etapas. La leche de cada es especie está diseñada considerando el tipo de dieta de esta, su velocidad de crecimiento, tipo de metabolismo, etc.
El milagro de la leche de burra
Por algún motivo o capricho de la naturaleza, la leche de burra, que es un herbívoro monogástrico, es sumamente similar a la leche humana. Tiene casi la misma cantidad de proteína, y más importante aún, un patrón proteico muy similar, además de un alto contenido de lactosa, similar a la leche humana. Tiene menos grasa que la leche humana, pero este contenido es rico en grasas de buena calidad, entre ellas ácidos grasos tipo omega 3.
La razón por la cual se parecen, podríamos explicarlo de la siguiente manera: El ser humano crece muy lento. La cantidad de proteína de cada leche depende de la velocidad de crecimiento de sus crías. Mientras más rápido crece una especie en su etapa de lactante, mayor contenido proteico debe tener su leche. El burro es de crecimiento más rápido que el humano, pero están adaptados a vivir en territorios con poca disponibilidad de alimento y pastos de bajo contenido proteico, por tanto, su leche con bajo contenido proteico en relación a su velocidad de crecimiento parece ser una adaptación a este sistema de vida. Por caminos distintos los burros y humanos desarrollaron una leche similar para sus crías.
Esto es de tremenda importancia, dado que la naturaleza a través de las burras nos ofrece una leche muy similar a la humana, utilizable en períodos tempranos del desarrollo humano, para madres que no pueden dar lactancia a sus hijos.
Ya hay suficientes publicaciones, en revistas médicas de alto impacto, que demuestran que es una excelente alternativa nutricional, incluso a edades tan tempranas como prematuros nacidos a las 32 semanas de edad gestacional o menos de 1.500 gr de peso al nacer (considerando que la edad gestacional de término para nacer en es entre 38 a 42 semanas).
La leche de burra se ha utilizado con éxito en prematuros hospitalizados, a quienes se les aporta como complemento a la leche materna, para mejorar el aporte proteico y de calcio, insuficientemente aportado por la leche materna antes de cumplir las 36 semanas de edad gestacional.
Además, se ha constituido como una excelente alternativa de alimentación en lactantes con alergia a la proteína de la leche de vaca. Esta alergia puede desarrollarse en el lactante incluso a través de la leche materna, desencadenada por la leche de vaca que la propia madre consume como parte de su dieta, de la cual pasan trazas a través del pecho y desencadenan la alergia en el lactante.
Estos lactantes alérgicos no deben recibir leche de vaca a través de la leche materna (por tanto, la madre debe suspender el consumo de lácteos), y menos aún recibirla a través de las fórmulas infantiles disponibles en el mercado, las cuales son en su totalidad elaboradas a partir de leche de vaca.
Pioneros de la industria
El desafío desde el punto de vista de la investigación era que la leche de burra no está secuenciada en sus proteínas a nivel mundial. Por lo que se llevó a cabo un estudio que consistió en un análisis para identificar las proteínas presentes en la leche de burra, lo que permitiría conocer en detalle sus características.
Se realizó el análisis de una muestra de leche liofilizada ASINOLAT, utilizando la técnica de LC-MS/MS DDA (Data Dependent Acquisition). Los resultados obtenidos fueron analizados utilizando el software PEAKS Studio X+ y utilizando bases de datos personalizadas, como el proteoma de Equus caballus, Equus asinus y set de caseínas de diversas especies (Bos taurus, Ovis aries, Capra hircus y Equus asinus). Los resultados de las identificaciones entregan evidencia que la muestra analizada corresponde exclusivamente al género Equus.
El aporte de MELISA Institute fue fundamental para conocer el tipo de proteínas en la leche y para determinar saber si había -o no- contaminantes de otras proteínas ajenas a la leche de burra, lo que podría pasar en el procesamiento de la leche. Los resultados del análisis descartaron cualquier tipo de contaminación en la leche ASINOLAT, lo que respaldó la calidad de los procesos productivos y, así como también del producto final.
ASINOLAT es la primera lechería de burras de Chile y el continente americano.
La idea comenzó en el año 2000, producto de una observación clínica del Dr. Germán Errázuriz, al intentar encontrar una solución de alimentación para lactantes alérgicos a la leche de vaca. La aplicación del conocimiento adquirido durante su búsqueda se plasmaría en un proyecto agrícola que dio origen a ASINOLAT. Tras comprobar la efectividad de la leche de burra en lactántes alérgidos a la leche de vaca , el Dr. Errázuriz asegura que los resultados fueron “de verdad milagrosos”.
Referencias: